Mi nombre es José Ignacio Ávila. Vivo en la población La Pincoya en la comuna de Huechuraba, en Santiago de Chile. Participé como monitor en el proyecto Cuerda Firme en el 2014 en el programa de formación básica para monitores que el Circo del Mundo realizó en mi población.
El circo me dio nuevas herramientas y una nueva perspectiva de las cosas que no conocía, o cosas que veía de una manera diferente. Por ejemplo, temas con el cuerpo, con el movimiento, cómo funciona, cómo puedo llevarlo a escena, cómo puedo llevarlo a hacer ciertas acrobacias, a expresar a través del cuerpo. Cuerda Firme me abrió este mundo nuevo del circo.
Antes era medio sobrado, soberbio, como antisocial. Veía el mundo de distinta manera, me sentía un poco superior, como en un escalón más. El circo me ayudó a abrir mucho la mente y me enseñó que uno puede trabajar en conjunto con las personas.
Mi sueño es aprender, aprender y aprender. Mi meta más próxima es integrarme a la escuela de circo profesional EZAC, en Bélgica, y luego forjar una escuela de circo social. Siento que para hacer circo acá y que lo valoren, hay que ser pulento (excelente). Este país es más de imagen, de currículum, hay que ser pulento para poder integrar todas las cosas que quiero.